Los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) engloban un grupo de trastornos que afectan a las diferentes áreas del desarrollo de los niños durante los primeros años de vida, tales como  habilidades para la comunicación y la interacción social que inciden a su vez en las actividades, intereses y comportamientos de los niños. Sin embargo, aunque estos trastornos comienzan en la infancia, sus alteraciones se suelen mantener hasta la edad adulta.

El autismo es el TGD más conocido, pero no es el único. Dentro de los TGD también se encuentra el Síndrome de Rett, el Síndrome de Asperger, el Trastorno Desintegrativo Infantil y el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado. Todos ellos comparten causas, signos y manifestaciones. De hecho, en muchos casos es difícil distinguir entre una alteración y otra, razón por lo cual el nuevo Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales, los engloba en trastornos del espectro autista.

¿Qué es el autismo?

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo que ya se manifiesta durante los tres primeros años de vida y que perdurará a lo largo de todo el ciclo vital.

¿Cuáles son los principales síntomas del autismo?

Los síntomas fundamentales del autismo son dos:

  • Deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social.
  • Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.

¿Qué indicios pueden ser indicativos de autismo?

  • En el colegio hay falta de interés por los otros niños.
  • No comparten intereses (no acostumbran a señalar con el dedo aquello que les llama la atención para compartirlo con los demás).
  • Ausencia de juego simbólico y sociodramático (dar de comer a muñecas, hacer cocinitas, jugar a coches como si fueran de verdad, etc.).
  • Se establece poco contacto visual y no observan la expresión de la cara del interlocutor cuando juntos están viendo alguna cosa inusual. No acostumbran a realizar la sonrisa social.
  • Su lenguaje, si existe, es literal (no entienden las bromas, los chistes, los dobles sentidos ni las metáforas).
  • Evitan el contacto físico o les gusta más bien poco. Acostumbran a tener hipersensibilidad táctil, olfativa, gustativa y auditiva. Frecuentemente existe poca sensibilidad al dolor.
  • Reaccionan poco ante la voz de sus padres, lo que puede hacer sospechar de un déficit auditivo.
  • Presentan intereses inusuales. Además, son repetitivos y no compartidos.
  • Pueden mostrar comportamientos extraños, repetitivos y auto estimulantes como el balanceo, el movimiento de aleteo de manos, pellizcarse o caminar de puntillas entre otros.

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