Los niños/as y adolescentes están en un periodo de aprendizaje continuado y a lo largo de este proceso pueden surgir miedos, inseguridades u otros problemas que los padres o educadores no saben o no pueden resolver. Además, los niños suelen sufrir períodos de altibajos y avanzar o retroceder en un corteo período de tiempo, casi siempre víctimas de los conflictos que les rodean. Es normal que lloren sin motivo, que tengan algún arrebato de ira o que discutan con sus hermanos o amigos. Por lo general, estas reacciones suelen ser de corta duración y no suelen interferir en su desarrollo.
No obstante, podemos encontrarnos ante determinadas circunstancias que, como padres, no sepamos abordar con nuestros propios recursos y que deban ser atajadas por un profesional especialista en la materia. ¿Cuáles son? Te las detallamos a continuación:
- Aparecen conductas difíciles. Cuando un pequeño empieza a reaccionar de manera violenta sin motivo alguno, desarrolla algún tiempo de agresión, actúa con ira o conductas hostiles, suelen ser un indicador de que existe algo que le está afectando, bien porque carece de recursos para manejar una situación o porque tenga un sentimiento de frustración al no saber lidiar con ellas. Si llega este caso, debemos acudir a un psicólogo infantil con nuestro hijo.
- Aparecen problemas físicos sin causa médica. Si nuestro hijo padece dolores de cabeza, trastornos alimentarios, problemas en la piel o cualquier tipo de alteración que no tiene una causa médica, podría tratarse de un mecanismo psicológico inconsciente para evadir una determinada situación. En estos casos, también es recomendable acudir a un especialista.
- Aparecen cambios inexplicables en su conducta. Un simple cambio en el comportamiento de nuestro hijo, como ser antipático cuando suele ser simpático o perder interés por actividades que antes le fascinaban, puede ser una señal para denotar que algo no funciona correctamente. El más mínimo cambio en su conducta habitual puede ser una señal de alarmaaunque, antes de sacar conclusiones precipitadas, es mejor consultar a un psicólogo.
- Aparecen problemas de concentración. A pesar de que los niños, en general, suelen ser intranquilos y necesitan estar en movimiento constante, existen ocasiones en que la intranquilidad les impide concentrarse en las tareas importantes,lo que provoca que cambien de una actividad a otra incesantemente. Si esto ocurre desde que el niño es pequeño, es muy probable que la intranquilidad se deba a las características de su sistema nervioso, pero también puede deberse a algún tipo de trastorno. Por tanto, es mejor acudir a un psicólogo que pueda determinar la causa del problema y os ayude a solucionarlo.
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