Cuando nuestro hijo cumple los tres años, llega la temida etapa en la que no parará de hacer preguntas: ¿Por qué llueve? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué hace frío? Preguntas que nunca tendrán fin hasta hacernos perder la paciencia. Pero, ¿por qué preguntan tanto nuestros hijos?

Para los especialistas, estos continuos “¿por qué?” muestran un desarrollo adecuado. Manifiestan su curiosidad por el mundo que les rodea y que poco a poco están descubriendo. Todo les desconcierta, incluso desde antes de hablar muestran esta curiosidad llevándose los objetos a la boca, tocando todo lo que les rodea.

Otro de los motivos que les lleva a preguntar constantemente es el hecho de apropiarse de una nueva herramienta: el lenguaje. Para ellos es algo nuevo y quieren practicar con él: imitan la entonación, el ritmo de las frases, las nuevas palabras. Por eso muchas veces lanzan un arsenal de preguntas de las que ni siquiera esperan contestación.

Pero la razón más importante es ordenar su mundo. En su mente todo tiene un origen y una finalidad, las cosas inanimadas funcionan como las personas y para ellos no existe la casualidad, todo tiene que tener un motivo. Se dirigen a sus padres porque necesitan un intermediario que les explique la nueva realidad que van conociendo. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Responder de manera adecuada. Aunque a veces se agote nuestra paciencia, es esencial que les dediquemos tiempo respondiendo a sus preguntas sin ignorarlo, ridiculizarlo o castigarlo. No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Lo mejor es responder con naturalidad y sentido común, con un lenguaje apropiado a la edad del niño. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos.

Dedicarles tiempo. Lo fundamental es sacar tiempo para él y fomentar la comunicación entre ambos, sea cual sea la respuesta que das a sus preguntas. Está demostrado que esta inquietud favorece su desarrollo y el establecimiento de un vínculo comunicativo muy importante.

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