La adolescencia se caracteriza por multitud de cambios naturales en los jóvenes que provocan, en la mayor parte de los casos, situaciones de frustración y negatividad. Por ello, ser padre de un adolescente no es fácil ya que, sin darte cuenta, verás como la paternidad o maternidad se torna mucho más complicada cuando nuestro hijo alcanza los 9 años y hasta que supera los 13.

Las rabietas que tenía cuando era niño nada tendrán que ver con las rabietas que manifiestan los chicos y chicas adolescentes. Los adolescentes aún tienen un cerebro bastante impulsivo y, por tanto, aún están aprendiendo a controlar sus emociones que suelen estar siempre desbordadas. Además, y por culpa del torrente de hormonas que tienen en su interior constantemente, es posible que tengan cambios de humor bastante frecuentes.

Durante toda la adolescencia, nuestros hijos se vuelven rebeldes, reservados, independientes y, posiblemente, conflictivos. La convivencia en casa de complica y se nos hace difícil mantener la calma. Posiblemente lo que más echemos en falta sea la comunicación con nuestro pequeño.

¿Cómo lidiamos con ellos para lograr tener una situación agradable en casa? Entre los consejos a seguir, pueden estar los siguientes:

  • Mantener la comunicación abierta. Es importante mostrarse comprensivo, expresarles nuestros sentimientos e intentar establecer diálogo para que confíe en nosotros. Es fundamental la tolerancia.
  • Cuidar su entorno. Es muy importante conocer sus amigos y a los padres de éstos para saber los vínculos que crea fuera del hogar. En este aspecto, no debemos olvidar la importancia de supervisar el uso de las redes sociales de nuestros hijos y establecer horarios para el uso de los dispositivos electrónicos: teléfono, televisión, ordenador.
  • Fomentar la motivación. Si nos demuestra que realiza de modo correcto sus deberes y obligaciones, es importante reforzarle con pequeñas gratificaciones y privilegios progresivamente para que aprenda que todo esfuerzo tiene su recompensa.
  • Ser paciente. Ante todo, no debemos perder la calma y entender que su comportamiento se debe, en gran parte, a su desarrollo hormonal. Esto no implica tener que ceder a todos sus deseos, ya que no debemos olvidar que los padres somos la autoridad en el hogar y los principales responsables de su educación y progreso.

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