Dormir es una necesidad básica del ser humano. Está intrínsecamente relacionada con el descanso, la satisfacción y nos ayuda a nuestra recuperación física y mental.

La mayoría de los animales, y probablemente la mayoría de los organismos vivos, presentan un ritmo biológico de descanso-actividad. El sueño tuvo una implicación crucial en el proceso de adaptación y puede haberse originado por la necesidad de los animales de protegerse y para permitir que los organismos conservaran y restauraran su energía.

Hay personas que tienen problemas para dormir, se pasan la noche dando vueltas en la cama y recurren a innumerables trucos caseros. Los que hemos sufrido esa sensación, sabemos lo desagradable que resulta no dormir lo suficiente. Las dificultades para dormir son algo muy molesto para la mayoría de seres humanos y algunas personas pueden llegar a sentirse inquietas ante dicha dificultad.

¿Debería de preocuparnos? La respuesta es: Si. La falta de sueño puede afectar a nuestro sistema inmunitario. Se ha demostrado en estudios que las personas que no tienen horas de sueño de calidad o suficientes tienen más probabilidades de enfermarse. La falta de sueño también puede afectar la velocidad a la que te recuperas si te enfermas. Por lo tanto, tu cuerpo necesita dormir para combatir enfermedades infecciosas. La falta de sueño a largo plazo también aumenta el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos.

Dormir menos de lo que necesitamos (que se calcula en alrededor de siete u ocho horas diarias en adultos) tiene efectos relevantes para nosotros. Por lo general, no tener sueño en la noche, hará que efectivamente durmamos menos, algo que hará que nuestro cuerpo y nuestro cerebro no pueda repararse por completo, le cueste reorganizar y almacenar la información adquirida durante el día y no sea capaz de restaurar los niveles de energía del organismo.

En definitiva puede causar problemas tales como cansancio y fatiga diurna, un debilitamiento del sistema inmune que nos haga más vulnerables a infecciones, una bajada de la capacidad de atención, juicio y raciocinio y un estado de ánimo irritable o depresivo.

El tratamiento de la falta o las dificultades de sueño dependerá enormemente del tipo de causas que las generen. A nivel de terapia psicológica es habitual la realización de una higiene del sueño, analizando y empleando diferentes pautas a través de las cuales favorecer mediante nuestra conducta y nuestros hábitos la existencia de un sueño de calidad. Entre ellas estarían la regulación de los horarios de comida o deporte en relación al momento de irse a dormir, el control de la luz y el sonido o emplear la cama solo para dormir. También puede ser de utilidad el aprendizaje de técnicas de relajación, mindfulness o meditación.

Si, a pesar de todos estos consejos, necesitas la ayuda de un especialista, acude nuestro centro y solicita cita informativa gratuita y sin compromiso en el teléfono  957086113 o realiza tu consulta a través de nuestra web. www.aprenderpensando.es.