Como humanos que somos, es normal sentir el impulso de satisfacer el deseo de pertenecer  a un grupo social, ya sea nuestra familia, un grupo de amigos o en el trabajo. Forma parte de una actitud normal realizar acciones para sentir que pertenecemos a un grupo y sentirnos más seguros.

Tener esta necesidad es normal. Que tomemos ciertas actitudes o costumbres para estrechar vínculos está bien. Pero en algunas ocasiones esta actitud se vuelve extrema y comenzamos a sentir que necesitamos continuamente la aprobación de los demás para hacer las cosas, tomar decisiones o ser de tal o cual forma. Esta necesidad extrema no es saludable y nos anula como individuos.

¿Y cuáles son las consecuencias? En primer lugar, estar pendiente siempre de la opinión de los demás nos genera ansiedad. Cuando nos sentimos constantemente juzgados y esto nos afecta, buscamos entonces la aprobación de otros para eliminar ese juicio negativo; sin embargo, aun cuando obtengamos aprobación, no dejamos de lado la percepción de que los demás nos están criticando y volvemos constantemente a buscar aprobación. Este círculo vicioso genera ansiedad.

De otro lado, nuestras decisiones dejan de ser nuestras para convertirse en la decisión de los demás sobre nosotros. Esto es perder libertad, pues no estamos ejerciendo nuestra capacidad de decisión. También puede provocar la disminución de la confianza en nosotros mismos ya que cuando tomamos decisiones y éstas resultan favorables, adquirimos seguridad en nosotros. Si estas decisiones no resultan como esperábamos, esta seguridad se ve mermada, pero asumir las consecuencias de una mala decisión nos permite recobrar la confianza y volver a intentarlo.

Por último, y entre otras consecuencias, puede provocarnos la pérdida de autenticidad. Mostrarnos a los demás tal cual somos se vuelve imposible. Ocultamos nuestras opiniones y sentimientos. Incluso llegamos a vestirnos de un modo diferente a lo que nos gustaría, o decimos que nos adaptamos porque en realidad estamos en la constante necesidad de tener la aprobación de otros. Con esta actitud, dejamos de ser auténticos. Nos perdemos en el mar de las opiniones de otros y ya no sabemos quiénes somos en realidad.

Sin duda alguna, dejar de ser nosotros mismos es sin duda una de las más poderosas razones de por qué no debemos buscar constantemente la aprobación de los demás. Si, a pesar de estos consejos, te encuentras en una situación similar y no sabes cómo afrontarla, acude nuestro centro y solicita cita informativa gratuita y sin compromiso en el teléfono  957086113 o realiza tu consulta a través de nuestra web. www.aprenderpensando.es.