El estrés forma parte de nuestro días a día. Llegar a tiempo al trabajo, terminar las tareas pendientes, compaginar la vida personal y profesional y un largo etcétera son situaciones generadoras de estrés.

Sin embargo, cuando el estrés se prolonga desaparece su eficacia y sus efectos pueden ser fatales, ya que las consecuencias pasan de lo psicológico a incluir lo físico. En cierta medida, el estrés representa una fuente de energía que nos hace entrar en acción, pues pone en marcha el sistema nervioso de alerta liberando hormonas del estrés, como adrenalina y cortisol; acelera el ritmo cardíaco y eleva la presión sanguínea.

Una vez acabado el problema, el cuerpo suele recuperar su equilibrio y tranquilidad, pero en ocasiones existe demasiada tensión y eso desgasta nuestra calidad de vida. Entre otros, puede provocarnos falta de concentración, tensión constante, insomnio, colon irritable, hipertensión o irritabilidad.

Cabe señalar que los altos niveles de cortisol (hormona del estrés) provocan la disminución de las defensas del organismo, lo que nos hace más propensos a enfermarnos. Razón de más para evitar que tu estrés se prolongue hasta tales instancias.

¿Y qué podemos hacer?

Lo primero es hacer lo que se encuentre a nuestro alcance. Comúnmente nos estresamos por circunstancias que están fuera de nuestro alcance o por pretender hacer varias actividades a la vez. Realiza aquello que está en tus manos, estableciendo prioridades. No dudes en pedir apoyo de alguien de tu confianza. No siempre es posible que uno mismo haga todas las cosas.

En segundo lugar, es importante también buscar el equilibro. ¿Vives para trabajar o trabajas para vivir? Tu respuesta puede determinar el nivel de estrés que tienes o el que puedes alcanzar. Sin duda, el trabajo es muy importante para obtener la calidad de vida que quieres. Pero el descanso, las relaciones con los demás, como pueden ser familia, pareja, hijos, amigos, no deben descuidarse. Incluso la relación contigo mismo. Permitir que el estrés se vaya apoderando de tu vida y padecer sus efectos tanto psicológicos como físicos es una forma de abandono y descuido hacia ti mismo.

Es importante también nutrir nuestra relación con los demás. Procura pasar tiempo con la gente que quieres y exprésales tu cariño. Los abrazos ayudan a la disminución del estrés, porque al tener ese contacto con el otro, el cortisol (hormona del estrés) disminuye y el cerebro libera oxitocina (conocida como la hormona del amor), serotonina y dopamina, lo que produce en nosotros y en la otra persona una sensación placentera.

Y por último, te aconsejamos desde Aprender Pensando descansar. Después del ejercicio y una cansada jornada laboral, es necesario un descanso reparador. Al dormir, disminuye la cantidad de hormonas del estrés en el cuerpo, por lo que sin un descanso adecuado, el cansancio y el estrés se acumularán con las actividades del día siguiente, lo que puede provocar ansiedad y depresión con el tiempo. Es pues muy importante respetar las aproximadamente 8 horas de sueño para prevenir que se prolongue el estrés.

Si, a pesar de estos consejos, te encuentras en una situación similar y no sabes cómo afrontarla, acude nuestro centro y solicita cita informativa gratuita y sin compromiso en el teléfono  957086113 o realiza tu consulta a través de nuestra web. www.aprenderpensando.es.